02 septiembre, 2010

Nuestra casa



Es la segunda casa en la que estamos desde que decidimos vivir juntos, desde aquel día que dí aquel enorme paso, o mejor dicho zancada y me vine a vivir aquí... no es que me arrepienta, ni mucho menos, es sólo que no hay día que no eche de menos ese frío sol de invierno, esos veranos calientes y primaveras floridas, que no eche de menos el abrigo de mi familia o quedar con mis amigos para irnos de cañas.

Pero a lo que iba que me desvío del tema, hace ya más de tres años que estoy aquí y eso que vine para un par de ellos, y no tenemos previsto mudarnos, la verdad, ahora que ya estamos poniendo una casa en orden, justo ahora... ¿nos vamos a ir? No por Dios!

La primera casa que compartimos ya estaba amueblada, así que a parte de sentir la casa del casero, sentía que no era mi hogar, que no era parte de mí, el sofá no era mío, comíamos en una mesa que no nos pertenecía, y aunque era de lo mejorcito que habíamos visto amueblado, no era a nuestro gusto.

Esta casa es diferente, al principio vivíamos rodeados de cajas y ya sentía que era mi hogar, y no porque estuviésemos formando una familia después de casarnos en junio, si no porque era nuestra cama, nuestro sofá, nuestra mesa y nuestro salón, de momento tampoco tenemos mucho más, pero al menos así, poco a poco siento que aunque la casa sea del casero, es nuestra y estoy agusto.

Hoy, por fin, tenemos el salón al completo... han traido la mesa del comedor y las sillas, así que ya va quedando menos!

2 comentarios:

maba dijo...

yo estoy igual!!!


no llevo una semana en ella (viviendo) pero sí tres meses de trabajos intensivos.. y no extraño nada....

una gozada!!

besos

Kat dijo...

Eso es lo importante, llenar el vacío psíquico... después llenar el físico de muebles, ya es cosa de tiempo, pero mientras te sientas en tu casa y no extrañes nada, es todo un lujo! es como encontrar un lugar en el mundo que es tuyo o vuestro y estais bien en él.

Gracias por estar ahí al pie del cañón!